Ella y el mar: bitácora “post factum” de una imagen

Esta es la historia una cianotipia textil bordada titulada Ella y el mar, que acompaña este texto. Se unieron en su creación mi mirada de historiadora del arte, dos mujeres increíbles del pasado, la fotografía y el bordado. A diferencia de como suelo conducirme al interpretar imágenes realizadas por otros, en esta ocasión me dejé llevar por mi percepción y mis manos. Sólo cuándo la pieza estaba casi terminada me puse a investigar los orígenes profundos y las razones de su existencia. Esta indagación otorgó sentido a un proceso de asociación de imágenes y de creación, que parecía fortuito. A cada paso, Ella y el mar se tiñó de significación, y por ello decidí escribir estas notas, como bitácora post factum de su  camino y destino.

Asociaciones visuales y creatividad

Como historiadora del arte una de mis principales labores es mirar. Mis ojos navegan constantemente entre las hojas de los libros y los océanos insondables de imágenes digitales. Cuando encuentro alguna que me inspira (más allá de mi trabajo de investigación), la guardo en una de dos carpetas digitales “imágenes por clasificar”, o “para bordar/ para cianotipia”. En esa última coloqué una fotografía de una mujer del siglo XIX, tomada por otra mujer. La modelo estaba sentada, con un libro en el regazo, delante de un tapiz floreado. Me recordó inmediatamente los cuadros prerrafaelitas que tanto me gustan. Aunque la imagen era dulce, también había una fortaleza que me llamaba a intervenirla con hilos. Como tenía prisa ni siquiera anoté quien era la fotógrafa. Confiaba en que podría recuperar esa información. Decidí que la imprimiría en azul, y seguí con mi día.

Al poco tiempo una nueva imagen llegó a la misma carpeta, esta vez la de un dibujo de un mar japonés, picado y expresivo. Me acordé de la fotografía de la mujer, e imaginé que las imprimiría juntas. Abrí ambas: asocié la calma contenida de la lectora en ese ambiente femenino y suave, con el poder de los textos y la viveza de la imaginación -su imaginación-. Al verlas en la misma escala y en ese orden, el mar representaba la pasión y la fuerza interiores de esa joven… de todas las mujeres que alguna vez tuvieron que guardarlas para ellas. No indagué más, me quedaba clarísimo que formarían una misma obra.

Pasaron meses antes de poder dedicarme a la impresión de cianotipias. Para esa ocasión hice un montón de negativos, planeé varias composiciones, y preparé sus telas específicamente. Las más importantes serían tres encargos, a las que destiné telas extras y mucho tiempo a crear relatos y asociaciones visuales pertinentes. Tenía ilusión pues he descubierto que con mis collages de cianotipia puedo expresarme de manera privilegiada.

La impresión de cianotipias es, por lo menos, laboriosa. Hay que tornar las imágenes en negativos, imprimirlos y cortarlos, así como preparar telas. El día de la impresión las telas deben emulsionarse con la fórmula ferrosa y dejarse secar. Sobre esas telas se deben poner los negativos, o componer las imágenes, y llevarlas al sol, quedando atentos de su potencia. Se revelan en cuatro baños líquidos y solo entonces podemos verificar realmente si el tiempo de exposición fue el correcto. (si quieres leer más sobre cianotipia haz clic aquí).

Ese día, sin embargo, empecé tardé. Quizá tomé mucho tiempo montando los espacios de trabajo (como sabes no tengo taller, así que improviso). Cuando las telas se secaban se formaron unas nubes no esperadas que ponían en riesgo la claridad de la impresión. Di prioridad a los encargos y tuve que repetir algunas imágenes, por lo que pronto usé algunas telas no planeadas para esos negativos. El sol otoñal bajó su intensidad, y decidí imprimir las últimas cianotipias de la temporada. Cuando llegó el turno de la mujer y el mar, me di cuenta de mi error: había usado su tela para otra imagen, y contaba sólo con una, bastante más pequeña. Me acordé de mi idea original: desatar el poder de la imaginación… así que decidí imprimirla, quedando el mar a la mitad. Ya bordaría el resto de las olas completando la imagen.

Al cabo de un tiempo monté la impresión en otra tela, y se convirtió en mi “segundo bordado de tiempo libre”. Le llamo así por que siempre tengo dos o tres listos, en un orden específico, para bordar sin prisa. El primero en la lista representaba la imagen de la victoria alada con las pintas feministas, pero como trabajaba en él cuando mi padre murió, lo abandoné por un tiempo. Asociaba mi tristeza a él. Fue así como Ella y el mar se convirtió en mi primer bordado de tiempo libre, y me acompañó a varios viajes. Se tornó una obsesión lenta, un trabajo de poquitos, decidiendo lentamente cómo avanzaría…

Cuando llegamos a la cuarentena bordar se tornó mi remanso, y me concentré en ese bordado. Me parecía una temática perfecta. Tuve que hurgar entre mis hilos azules, por que se acabaron los primeros, y luché por compensar su falta. En esa escasez de hilos pensaba en la imaginación poderosa, en la tempestad de las ideas, y en la calma de la luz. Ya casi llegando al final, volví a preguntarme por lo que estaba bordando y decidí regresar al origen de las imágenes. ¿Quién era la fotógrafa? ¿podría saber quién era la modelo? ¿de dónde saqué ese mar? ¿por qué me parecieron un conjunto elocuente?

Stanton_Zitkala

La fotógrafa y la modelo: historias entrelazadas

Me llevó un rato intenso recuperar el nombre de la fotógrafa. Y me fascinó descubrir también la identidad de su modelo. Conforme fui atando cabos, bordando ideas, no podía creer lo que estaba sucediendo con esta pieza. Hasta me pareció que la magia había jugado un papel constante en mi proceso y… por ello estamos aquí. (Al final de mi relato podrás encontrar varias ligas con diversas fuentes informativas o visuales si quieres ir más lejos.)

Fotografía pictórica

La fotógrafa, Gertrude Stanton Käsebier (1852-1934), ha sido llamada “la pictorialista americana”, por pertenecer a una corriente fotográfica que manipulaba los tonos para producir sensaciones pictóricas. Nació en Iowa, en el seno de la familia Stanton, que se sumó a la fiebre del oro en Colorado. Ahí vivieron algún tiempo, entre campos en contacto con reservas indígenas americanas. Después de haber alcanzado cierta posición económica su padre decidió mudar a la familia al Este, para mayor seguridad, ya que la Guerra Civil estaba activa. Gertrude vivió en Pensilvania, con su abuela, y atendió a una escuela para señoritas. También pasaba tiempo en Brooklyn, con su familia.

Pese a los problemas matrimoniales, Käsebier la apoyó económicamente para estudiar y viajar. Gertrude había tomado algunas fotografías, pues era una actividad recomendada para las damas. Pero fue en Europa donde descubrió su vocación una tarde de lluvia. Con sus planes frustrados para salir a pintar, tomó la cámara.

Nunca olvidó la pintura, y vinculó su fotografía con el estilo de los prerafaelitas en el manejo de la luz, el tipo de composición, y sus temáticas. ¡Sí, como había intuido cuando vi la foto de la mujer leyendo, los prerrafaelitas estaban ahí!. Según varios autores este estilo tuvo importantes seguidores entre los fotógrafos, como Julia Margaret Cameron (1815-1879) y Robert Fenton (1819-1869). (Cuando trataba de recordar el nombre de mi fotógrafa, primero creí que era Julia, y ahora quiero imprimir también fotos suyas).

Gertrude exploró la fotografía “directa”, fuera del estudio, aunque no dejó de buscar efectos pictóricos en sus obras. Gracias a esa experimentación, en algunos casos se conservan impresiones diferentes de la misma foto, con más o menos valores tonales. Después de que en 1894 ganó dos concursos fotográficos, decidió que la cámara sería su medio definitivo de expresión.

El retrato y la maternidad fueron sus temas preferidos. Se ha señalado que en ello siguió las teorías pedagógicas de Friedrich Fröbel (1792-1852), quien formuló la idea del jardín de niños, defendiendo el juego como forma de aprendizaje. De este autor se derivaron teorías que valoraban la importancia de las madres en el desarrollo de los niños, como puede verse en algunas fotos de Stanton. Me atrevo a pensar que además del lado sentimental de Gertrude, en esa elección temática, había también una cierta reivindicación de su género.

Estando en Europa –en donde retrató a Aguste Rodin (1840-1917)– su marido enfermó, lo que la hizo tomar consciencia de que debía alcanzar independencia económica. Esta idea fue determinante para el desarrollo de su carrera. Aunque desde 1896 ya era reconocida dentro del medio fotográfico de Estados Unidos, en particular en el área del retrato, participó más activamente en exposiciones, publicaciones y abrió su propio estudio. A la par de especializarse en retratos de carácter psicológico, siguió experimentando. Según Óscar Colorado Nates “manipulaba la fotografía e intervenía en las escenas favoreciendo la fotografía creada por encima de la hallada”. [1] Hacia 1900 una de sus obras, El pesebre, se vendió por $100 dólares, el precio más alto pagado hasta entonces por una impresión fotográfica.

Durante algún tiempo colaboró con el importante fotógrafo Alfred Stieglitz (1864-1946), compartiendo con él y otros la idea de revalorar la fotografía más allá de su capacidad de documentar la realidad. Defendían la idea de que ésta era un medio expresivo y artístico. Este grupo abrió una galería para fotógrafos y fundaron una publicación, Camera Work. Aunque Stieglitz y ella se alejaron al cabo de unos años, siguieron colaborando en ese proyecto.  Gertrude continuó con su estudio fotográfico en Nueva York hasta que perdió parte de su visión y oído, hacia 1927. Murió en 1934.

Una de las vertientes de su fotografía fue la realización de retratos de nativos americanos, en particular indios Sioux. Aquí nos encontramos de lleno con mi mujer leyendo, aunque no lo parezca aún. Recordaremos que en su infancia Gertrude había convivido con indígenas, en Colorado, y considerado a varios como sus amigos. Quizá por ello se alejó de los estereotipos étnicos comunes entre los fotógrafos. Una de estas mujeres Sioux, ni más ni menos, posó sentada, con un libro, frente a un tapiz floreado.

El canto de Pájaro-Rojo o Zitkala-Ša

La modelo de Gertrude fue Zitkala-Ša (1876-1938), nacida un 22 de febrero, mestiza entre los Yankton de Dakota, indígenas Sioux. De padre alemán ausente, fue educada en su tribu en compañía de su madre, hasta los 8 años. Entonces fue llevada a Indiana por misioneros cuáqueros a estudiar en uno de sus colegios. Le dieron el nombre occidental de Gertrude Simmons (al que eventualmente se añadió el apellido de su marido, Bonnin).

En estos colegios se les enseñaba a los niños labores manuales, religión, a leer y música. Ella en particular tocaba violín, por lo que hay otra fotografía sentada, en el mismo lugar, pero con este instrumento. Siendo adulta Zitkala-Ša (o Pájaro Rojo) recordaba de manera traumática cuando al llegar le cortaron el cabello en el colegio, creyendo que había perdido su espíritu.

Su paso por la escuela White’s Manual Labor Institute, creada para “educar” a “niños pobres, blancos, de color e indios”, fue una época de sufrimiento que marcaría su visión. A los 15 años regresó por una temporada con su madre, pero tuvo una enorme dificultad para adaptarse nuevamente a su tribu, lo que la hizo consciente de la pérdida de identidad que sufrían los niños occidentalizados. A este tema dedicaría gran parte de su labor futura.

Gertrude Simmons regresó al instituto en Indiana, en donde siguió estudiando y dio clases de música. Más tarde consiguió una beca en otro colegio, pero no pudo graduarse pues enfermó y le faltó dinero, aunque prosiguió su carrera musical. En esos años empezó a juntar historias y leyendas de los indígenas americanos, que tradujo primero y al latín y luego al inglés, para leerlas a los niños. En 1896, dentro del ámbito educativo, dio un discurso que defendía los derechos de las mujeres, lo que también sería una de sus causas.

En 1899 comenzó a trabajar como maestra en el Carlisle Indian Industrial School, en Pensilvania, uniéndose como violinista a la banda de la escuela en 1900. Ese año su lucha se tornó más activa: condujo debates sobre el trato que se daba a los nativos americanos, y publicó artículos acerca de la vida de su pueblo, en diarios como el Atlantic Monthly y el Harper’s Monthly. También ese año el fundador de la escuela, el Coronel Richard Henry Pratt, le encomendó que fuera a reclutar niños a su propia reserva, a la que no había regresado en varios años. Encontró Yankton en una situación lamentable, incluso para su familia. Vivían paupérrimamente y habían perdido, a manos de los blancos, muchas tierras que originalmente fueron sido cedidas a la reserva por el gobierno.

Radicalizó entonces su labor de defensa de las culturas nativas, la recuperación de sus raíces, y habló de la dificultad y disparidad social de los aculturados como ella. Entró en conflictos con el colegio, y por ello terminaron despidiéndola. Poco después aceptó un trabajó en Dakota, en la oficina de Asuntos Indígenas –(Bureau of Indian Affairs (BIA)– de la Reserva Standing Rock. Ahí conoció al que sería su marido, el capitán mestizo Raymond Talefase Bonnin. Fueron asignados a una reserva en Utah, en donde vivieron 14 años, y tuvieron a su único hijo, Raymond Ohiya Bonnin.

En 1910, Zitkala-Ša conoció a William F. Hanson, un profesor de la Universidad de Brigham Young de Utah. De manera conjunta escribieron una ópera, El Baile al Sol, terminada en 1913, para la que escribió el libreto y algunas canciones. Ésta se basaba en un ritual sagrado que había sido prohibido por el gobierno federal. Fue la primera ópera indígena americana. (Tristemente parece difícil encontrar algo más que pequeños fragmentos de ella en la red)

Zitkala-Ša luchó por los derechos de los nativos americanos. Participó en muchas organizaciones en distintos estados de los Estados Unidos (de algunas de ellas su marido y ella fueron despedidos por la radicalidad de sus ideas). De múltiples maneras promovió que la ciudadanía fuera concedida a todos los nativos americanos, así como que pudieran votar y tuvieran todos los derechos civiles (claro, incluyendo las mujeres). Creía que obtenerlos les permitiría proteger sus tierras y su cultura legalmente. Fue co-fundadora del Concilio Americano de Indígenas, en 1926, que presidió hasta su muerte, en 1938. Aunque algunos la han criticado por usar los canales occidentales para luchar, fue una mujer admirablemente fuerte y consciente de su educación en la transmisión de sus mensajes. Usó su capacidad literaria para escribir sobre su cultura y preservar la memoria.

Las dos Gertrudes, el mar y la cianotipia bordada

 

La sesión fotográfica en que Gertrude captó a Zitkala-Ša sucedió en 1898, cuando Stanton empezó a hacer retratos de los nativos americanos. Me parece increíble que casi todas las fotografías puedan encontrarse sueltas o en múltiples páginas sobre una u otra mujer, pero poco he podido hallar acerca de lo que en realidad sucedió ahí. Incluso dudo que todas las fotos fueran tomadas en una misma sesión. Me inclino a pensar que por lo menos algunas debieron ser tomadas más tarde, cuando ambas estuvieron en Utah. Por el momento me limitaré a compartir contigo algunas fotografías e ideas.

Zitkala-Ša fue retratada por Stanton de dos maneras diferentes, lo que me lleva a interpretar que la fotógrafa entendió el carácter dual de su modelo. Creo, de hecho, que ambas lo pactaron así. En pocas tomas aparece vestida de forma occidental, delante de ese fondo floral tan caro a la estética europea del arts and crafts. Mientras que en mi imagen se abstrae en la lectura, en una casi igual sostiene el violín y mira a la fotógrafa, activando su personalidad. Otra la retrata delante del tapiz, pero con un abanico nativo. Ahí su rostro se torna fuerte. Cuando Stanton y Zitkala prescindieron del fondo, y dejaron el violín, adquiere total protagonismo, como si hubiera despertado de un sueño.

Y por supuesto están las otras, aquellas fotografías en que Zitkala-Ša viste según sus raíces y costumbres. En ellas su personalidad emerge, se vuelve activa, mira o deja ver orgullosamente sus rasgos nativos. En esas fotos Stanton Käsebier se regodea en los contrastes pictóricos, e incluso en algunas deja de lado la suavidad de la luz. Crea texturas y contrastes, y logra retratar la fortaleza del espíritu de su modelo.

Cuando elegí la fotografía suave para imprimir en cianotipia, pensé sin embargo que escondía una gran fuerza. Al asociarla con el mar japonés le conferí poder. Mis indagaciones sobre este dibujo no fueron muy reveladoras, pues se trata simplemente de un patrón en una tela. Lo que sí me parece destacable es haber seleccionado un dibujo no europeo para completar una imagen que así lo parecía. Quizá me guié por la fluidez del fondo, las líneas de las olas, o por el carácter orgánico de ambas. Lo cierto es que cuando las vi juntas por vez primera pensé que un mar japonés podía ser un motivo perfecto de la pasión de una joven prerafaelita. Mientras escribo recuerdo que también pasó por mi mente una tira cómica titulada “Macanudo”, de Ricardo Liniers, en la que una niña lee y por ello vive muchas vidas.

Aunque no lo sabía conscientemente, cuando las circunstancias me llevaron a imprimir la tela cortando el mar, se me abrieron muchas posibilidades. Primero pensé en calcar el resto de la imagen dentro del recuadro, bordándola como si la hubiera impreso completa. Pronto esa idea me pareció aburrida. Lo mejor sería imaginar cómo seguirían las olas, desbordarlas de su espacio, dando fuerza a la pasión de la modelo… Decidí no intervenir la fotografía de Ella, pues la sentía completa. Además su perfecta calma y suavidad me permitirían contrastarlas con el mar tempestuoso, incompleto e imperfecto. Así daría forma a las dos pulsiones que nos mueven: la calma y la potencia.

Ahora sé que la modelo no era totalmente occidental, como pensé al principio. También sé que vivió de manera profunda tanto la contención, como la pasión, al igual que la fotógrafa. Ambas mujeres desafiaron sus roles femeninos, tomando acción en mundos guiados por hombres y sistemas que comúnmente acallaban las voces disidentes, en tiempos en los que ser mujer y hablar, era una forma de rebeldía. Con sus textos e imágenes lograron trascender y dejar huellas de luz, música y palabras, que están ahí para ser encontradas.

En uno de los textos de Zitkala-Ša, publicado en 1921, descubrí un párrafo que parecía describir mi intervención sobre su imagen. Se me enchinó la piel y tuve que leerlo varias veces para darme cuenta del poder de la asociación visual y emocional de este proceso.

En American Indian Stories, considerada su autobiografía, ella recordaba con bastante amargura los tristes días en su primera escuela. Esta educación “de hierro” contrastaba enormemente con la libertad de su infancia. Escribió que a veces prefería pasar inadvertida ante los ojos de sus profesoras, que no eran capaces de reconocer su dolor. Zitkala-Ša terminaba este capítulo (como yo termino este relato) de la siguiente manera: “The melancholy of those black days has left so long a shadow that it darkens the path of years than have since gone by. These sad memories rise above those of smoothly grinding school days. Perhaps my Indian nature is the moaning wind which stirs them now for their present record. But, however tempestuous this is within me, it comes out as the low voice of a curiously colored seashell, which is only for those ears that are bent with compassion to hear it”. [2]

Paula Mues Orts

 

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Notas:

[1] https://oscarenfotos.com/2019/02/16/gertrude-kasebier-la-pictorialista-americana/

[2] “La melancolía de esos días oscuros ha dejado una sombra tan larga que oscurece el camino de los años transcurridos desde entonces. Estos recuerdos tan tristes se alzan sobre la suave monotonía de los días de escuela. Quizá ese viento que se lamenta y los despierta para que yo los registre ahora, sea mi naturaleza indígena. Pues sin importar que tan tempestuoso sea dentro de mí, se manifiesta como la suave voz de una concha marina, peculiarmente colorida, que solamente atienden esos oídos que se doblegan con compasión para escucharla”.  https://archive.artic.edu/stieglitz/gertrude-kaesebier/ (pp. 67-68). Agradezco a Pilar Villela y a Fernanda Fernández su ayuda en la traducción.

 

Para leer más:

https://iphf.org/inductees/gertrude-kasebier/

https://americacomesalive.com/2015/03/10/gertrude-kasebier-enhanced-portrait-photography/

https://academicworks.cuny.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=2755&context=gc_etds

https://www.si.edu/spotlight/meeting-of-two-gertrudes

https://www.nps.gov/people/zitkala-sa.htm

https://peoplepill.com/people/zitkala-sa/

https://www.youtube.com/watch?v=dMUWP5uKIA0



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