Reflexiones sobre el barroco

¿Barroco? Reflexiones visuales sobre el término en el arte virreinal

De asignaturas 

Hace muchos años trabajé en cierta universidad, dando clases de historia del arte. Amaba particularmente una de “mis” asignaturas: Arte barroco (europeo). Ésta me preparó para entender mejor mi objeto de estudio: el arte novohispano. Con ella descubrí mi vocación docente. Tuve el honor de aprender de Elda Pasquel, una de las mejores profesoras (e increíble amiga), quien me permitió ser su adjunta. Además de la materia, me enseñó con el ejemplo algunas de las cualidades de un buen maestro. Admiré (y admiro) de ella su claridad, capacidad de planear y crear materiales didácticos, gran compromiso y enorme conocimiento. Por eso le estaré eternamente agradecida. 

Al “quedarme” con la clase poco a poco se volvió mi experimento y mi felicidad docente. La fui haciendo cada vez más mía, un espacio lleno de materiales de lectura, de apoyo, de exploración… Aún a veces ahora quisiera volver a ella. O a una versión de ella. 

Esa clase me permitió tener una base comparativa con el arte novohispano llamado generalmente barroco. Me hizo dudar de esa denominación para el arte virreinal. Las diferencias con el arte europeo son tantas y tan profundas en todos sus aspectos, que más bien empecé a preguntarme ¿por qué la necesidad de usar el mismo término? El ser también profesora de historiografía del arte, me evidenció las relaciones problemáticas ente el arte barroco europeo, las teorías del arte (y estilo), y el arte novohispano. Sistematicé mis dudas sobre el uso desmedido de las terminologías, modelos y objetivos del arte europeo al estudiar el arte virreinal americano.

La investigación y la docencia 

Desde fechas tempranas en mi ejercicio profesional, por lo tanto, dudé de la eficacia del término. Preferí buscar alternativas a su uso que dedicar tiempo a explicar mis cuitas y preguntas. Pensaba que si podía escribir y enseñar sobre arte novohispano sin usar el adjetivo barroco, lograría algo más importante que analizar la fortuna del término. Quería predicar con el ejemplo. Prioricé la investigación de mi objeto de estudio. Las clases fueron una excepción a esa “regla”. Siempre discutí con mis alumnos si era o no adecuado, o necesario, o (ponga aquí su calificativo) al hablar de arte virreinal. 

Sólo para ser nítida: desde hace décadas yo, como autora de textos, clases, conferencias y demás, no uso el término barroco como estilo artístico. Por lo menos al referirme al arte novohispano lo omito. Simplemente me lo salto. Cuando cito a otros autores que lo emplean, uso el aparato crítico como aliado para señalar mi distancia prudencial. He de aclarar que esta actitud se extiende en general a todos los estilos. Por ello siempre les digo a mis alumnos que está muy bien que usen los términos estilísticos, siempre y cuando en una nota al pie definan “que demonios quiere decir (inserte aquí el estilo de su preferencia)”.

Me gustaría contarles algunos ejemplos de mi negativa a usarlo. Al hacer mis tesis de maestría y doctorado, con mis admirados y amados historiadores del arte -Rogelio Ruiz Gomar y Jaime Cuadriello- lo evité. Busqué que pasara inadvertida mi reticencia al barroco. Sin embargo llegaron momentos en los que tuve que tener esa conversación, “confesarme”, “salir del clóset de la ausencia del barroco”. Las dos veces hubo cierta sorpresa. Había pasado bastante inadvertida la “falta”… así que quizá no había tal. 

En proyectos conjuntos a veces tuve éxito y a veces no. Pero la discusión siempre ha sido interesante. Hablar profundamente de estilos requiere una concepción teórica fundamental, así que me he enriquecido de las opiniones de mis colegas cuando lo defienden como una forma de acercarse al arte. Tercamente yo sigo sin usarlo. 

A veinte años aprox. 

Antes no les conté algo que me parece necesario. Tras un vuelco en mi vida, dejé aquel lugar de trabajo y con ello la clase del barroco que me había marcado. En mis libreros sigo teniendo una sección grande y amada dedicada al arte europeo de los siglos XVII y XVIII, y algunas sub secciones de artistas específicos. (La más amplia está dedicada a Velázquez). Aunque todavía algunas veces me parece irresistible, y compro y leo algunos sobre el tema. 

El cambiar alumnos de historia del arte por alumnos de restauración, me implicó modificar bastante el enfoque de este asunto (bueno… de todos los asuntos). Me fue necesario aclarar el por qué, desde una postura menos compleja y quizá más franca. La discusión teórica fuera del ámbito híper especializado de la historiografía del arte debe ser más concreta. Empecé a sintetizar el asunto sin renunciar a él. Y es así como, después de haberme negado por años a hablar mucho o escribir del tema, me invitaron a participar en este conversatorio:

https://www.youtube.com/watch?v=fSmDtUZ6fSs.

Acepté por varias razones. El ámbito de la historia del arte ha cambiado bastante. Cada vez es más natural cuestionar términos y concepciones que antes se consideraban “problemáticos pero necesarios”. Y nos reímos de ello. (Yo misma he hecho un montón de memes dedicados a estos temas.) Pero ojo: no estoy diciendo que hay que trivializar el conocimiento, ni sustituirlo con chistes. Creo firmemente en que un profesional de la historia del arte (o de la historia), debe tener algo de erudición. Y ser crítico, para lo que hay que leer profundamente propuestas del pasado y del presente (no sólo a los últimos teóricos de moda). Pero, quizá por mi carácter y educación, desprecio la solemnidad. 

Síntesis o pensamiento visual

En medio de una pandemia, con un problema severo en mis archivos digitales, y otras causas múltiples, participé en dicha charla sobre el barroco. En ella expuse sintéticamente mi postura hacia el término. Y para ello hice unos dibujitos que ahora me dispongo a compartir por aquí. Quiero decir claramente que toda síntesis es una reducción, y que en este caso ésta fue planteada como una conversación destinada a un público general. Mi esquema pretendió mostrar la génesis del problema, no todo el problema, de manera simplificada. Varios colegas y exalumnos me  los han pedido, o me contaron que hicieron capturas de pantalla de los mismos. Por eso decidí compartirlos.

Pero ANTES de que pases a ellos, POR FAVOR, lee esto. Mi objetivo al compartirlos es normalizar la duda al hablar de arte. Quiero que el adoptar un sistema de pensamiento o un marco teórico sea una elección consciente. La historia de los estilos es un punto de partida teórico. Creo necesario poner en duda el decir que algo es “barroco”. Considero razones inválidas las siguientes: “así me lo enseñaron”, “lo he escuchado” o “a alguien se le ocurrió que así se deben clasificarse los objetos en los museos”. Que decidir usarlo o no sea una elección clara y consciente.

Por último, tengo dos peticiones.  1) Si usas los esquemas o dibujos total o parcialmente, como inspiración o estos mismos, recuerda: tienen límites y objetivos acotados. Una síntesis nunca presentará el panorama completo. Y por último:  2) Respeta mi autoría, es decir, da el crédito que le corresponde. 

Gracias por interesarte en el arte novohispano y por leerme.

Paula

 

P.D.

 

PD. Por cierto: hacer anotaciones o síntesis usando dibujos es todo un mundo epistémico, ni casual, ni anecdótico. Es una forma de mediar, transmitir y pensar.

PD.2. Algunos de los memes que puse provienen del Instituto de Memes y Arte Virreinal, y son publicados en su propia página de Caralibro. Ahí los pueden buscar y divertirse.

PD.3. El conversatorio se dio en el marco de una exposición del Museo Regional de Historia de Aguascalientes (INAH) llamada Barroco. Fue convocado por su directora, Violeta Tavizón, a quien le agradezco su amabilidad y apertura para conversar y discutir. Extiendo el agradecimiento a los otros participantes, Javier Cuesta y Axayácatl Gutiérrez. Los saludo y espero que fuera para ellos tan interesante como para mí este ejercicio de difusión y apertura. Sucedió en la “nueva normalidad” , el 17 de septiembre de 2020.



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