Los biblioquios son guardianes de las bibliotecas. Todos son diferentes y mutables, aparecen mágicamente, y se quedan contigo para siempre. Algunos dicen que cuando lees un libro en voz alta las palabras se quedan flotando en el aire como si fueran plumas, y que cuando se juntan suficientes aparece sentado en los estantes de la biblioteca un biblioquio, tu biblioquio. Otros dicen que solo se manifiestan cuándo un erudito va a leer una obra maestra. Se sienten atraídos por las neuronas interpretando metáforas y onomatopeyas.
También aseguran que pueden revelarse a los lectores solitarios que, pese a guardar silencio cuando leen, se concentran tanto en las palabras que éstas se forman sobre sus cabezas, como auras de colores… y entonces germina algún biblioquio.
Son de naturaleza generosa, y por ello, cuando reanudas inseguro la lectura de un libro, te susurran al oído el lugar en el que te quedaste. No faltará alguno de carácter travieso, que te juegue una broma al respecto de vez en cuándo y disfrute verte repetir párrafos o quedarte con la sensación de incomprensión momentánea.
Dicen que los biblioquios disfrutan sentarse a escuchar cómo los padres o abuelos cuentan cuentos a los niños, pero otros aseguran que prefieren la calma de la poesía leída en voz alta. Por eso, si ya tienes el tuyo, cuídalo leyendo, que para estos seres tus libros y tus tiempos frente a ellos son su vida. Y si aún no lo tienes… conjura su llegada.
***
El nombre Bibloquios y su historia, son marca registrada de Miradas al vuelo. Los seres pajariles están inspirados en el trabajo de la fieltrista alemana Brigit Bass.